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viernes, 9 de mayo de 2014

Reportaje

Cuartel del Conde-Duque, Puente de Toledo, Palacio de Santoña, La Mariblanca, la Iglesia de Monserrat… Todas estas edificaciones son obra de una misma persona, Pedro de Ribera. El arquitecto madrileño realizó durante los siglos XVII y XVIII numerosas construcciones a lo largo de la capital. Hagamos un breve recorrido por la ciudad del oso y del madroño, para conocer mejor el Madrid del Pedro de Ribera.

Este gran arquitecto nació el 4 de agosto de 1681 y vivió hasta el año 1742. Ribera nace en uno de los lugares más castizos de la capital, en el Barrio de Lavapiés, más concretamente, en la calle del oso.


Su vida
Placa recordando el lugar donde vivió Pedro de Ribera
Pedro de Ribera alcanzará la fama gracias al Marqués de Vadillo, quién será el principal valedor del arquitecto frente el rey de aquel momento, Felipe V. Como corregidor, el marqués solicita al madrileño la construcción de sus principales obras en la capital, como la ermita Virgen del Puerto (donde está enterrado el marqués)

Poco a poco se le fue solicitando la construcción de las obras que la corte realizaba, a pesar de no ser del agrado del rey, que prefería a los arquitectos extranjeros que trabajan en Madrid en aquel tiempo.

Ribera falleció el 19 de Octubre de 1742. Fue enterrado en el barrio donde pasó toda su vida, siendo enterrado en la iglesia de San Cayetano (que él mismo había diseñado).

Su obra
Una vez presentado al personaje protagonista de nuestro reportaje, vamos a conocer mejor las obras que le encumbraron como uno de las personas más importantes en el panorama arquitectónico de la capital, realizando una camino por la historia de nuestra ciudad.
Comenzamos cruzando este viaje al pasado a través del puente de Toledo. Con un estilo barroco, fue construido por petición del rey Felipe IV entre los años 1718 y 1732. De esta manera, se podían unir las dos orillas del manzanares para que los viandantes pudieran ir de un lado a otro.

Puente de Toledo
El puente que podemos ver en la actualidad no es el primero que se construyó. En 1660 el arquitecto José de Villarreal edificó uno a solicitud del rey. La infraestructura se derribó años más tarde debido al agua del Manzanares.

La misma suerte corrió el otro puente construido con el mismo objetivo de unir estas dos partes de la ciudad. En esta ocasión, se termina de edificar en el año 1680, pero de nuevo las aguas del rio (que hoy día son poco abundantes) volvieron a destruir lo realizado.

Será necesario un cambio de rey para que sea Pedro de Ribera quién  por fin construya el puente definitivo que ningún agua ha podido destruir. Felipe V asignará al arquitecto la responsabilidad de este nuevo proyecto.

Hornacina San Isidro Labrado
El puente está construido con granito, estando en la parte central nueve arcos. Además, en los extremos se pueden encontrar dos rampas que nos permiten acceder a la orilla del rio, que en la actualidad sirve como parque y es usado para diferentes actividades. Su proximidad con el Estadio Vicente Calderón lo hace una zona de gran tránsito entre los aficionados al fútbol.

En la zona central podemos encontrar dos hornacinas (hueco en forma de arco, que se suele dejar en el grueso de la pared maestra de las fábricas, para colocar en él una estatua o un jarrón). En este caso, los dos protagonistas de las Hornacinas son San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza.

Seguimos recorriendo la capital observando las obras realizadas por este arquitecto, y no debemos de parar ante la Iglesia de Monserrat, situada en la calle San Bernardo número 79.

Hornacina Santa María de la Cabeza
De nuevo, esta edificación fue mandada construir por Felipe IV, como consecuencia de la expulsión de los monjes benedictinos que, durante el levantamiento catalán contra la corona, fueron expulsados de Cataluña.

Felipe IV falleció un año antes de que las obras comenzaran a realizarse, por lo que se inició su construcción bajo la supervisión del Carlos II. Otra vez se produciría casi las mismas circunstancias que en la anterior construcción de nuestro protagonista.

Antes de que fuera encargado a Pedro de Ribera, la edificación fue encargada a numerosos arquitectos, que por diferentes razones no pudieron finalizar la construcción. Será en 1716 cuando Ribera sea haga el responsable de terminar la iglesia. El madrileño respetó la fachada inicial, aunque realizó una modificación en las puerta y en los ventanales, por lo que se puede apreciar una diferencia de estilos al observar la iglesia.

Iglesia de Monserrat
Tras ser utilizada para diversos usos, como una cárcel de mujeres, actualmente recoge algunas obras destacables como la imagen de la Virgen de Montserrat, situada en el altar

Entrada Cuartel Conde Duque
A pocos metros de de la iglesia, más concretamente en la calle Conde Duque en el número 9, nos encontramos con el Cuartel del Conde Duque, obra de Pedro de Ribera.

En esta ocasión, fue una guerra la que motivó su construcción. Para concretar más: en el año 1700, España estaba envuelta en la Guerra de Sucesión contra el archiduque Carlos de Austria. Tras el conflicto, se decide construir a los largo de la capital numerosos cuarteles, entre ellos el de Conde Duque.

Se le solicitó al Marqués de Vadillo, por parte de Felipe V, que eligiera al encargado de levantar este edificio. El Marqués seleccionó a Ribera, al que ya había encargado numerosos trabajos con anterioridad. El cuartel debía tener la capacidad de albergar a 600 guardias y al menos 400 caballos.

De nuevo, el barroco fue el estilo que decidió el arquitecto utilizar para levantar este edificio. Con el fin de que en su interior se pudieran realizar prácticas con los caballos, dispuso de un gran patio central. Además, destaca el gran número de escudos que se encuentran en su entrada, con un estilo churrigueresco, incluyendo el escudo real del rey del momento, Felipe V.
Escudo real en la entrada del Cuartel

El edificio tuvo un uso militar hasta el año 1969, momento en el que el ayuntamiento lo adquiere en propiedad y lo restaura debido al deterioro que sufría. Actualmente se utiliza como centro cultural, con una gran cantidad de objetos que recogen la historia de Madrid desde el S.XI hasta la actualidad.

Ahora nos dirigimos a la calle Fuencarral, junto al Metro Tribunal. Este lugar, de habitual tránsito entre los madrileños, acoge un edificio llamativo, que probablemente muchos conozcan de sus existencia pero no su autor, Pedro de Ribera.

La construcción en cuestión se trata del Real Hospicio del Ave María y San Fernando, levantado en el siglo XVIII. Antes de centrarnos en detalles sobre sus características y  estilos plasmados en el hospicio, conozcamos su historia, que se remonta al siglo XVI. El sacerdote Simón de Rojas crea en Madrid una congregación que ayuda a los pobres y mendigos de la capital.

Real Hospicio del Ave María y San Fernando
A su muerte, su congregación sigue funcionando y continúa ayudando a numerosos pobres. Pero el hospicio en el que se encontraban era demasiado pequeño y se encontraba en malas condiciones, por lo que tuvieron que construir uno nuevo. Tras levantar un nuevo hospicio, se decidió derribarlo y construir uno más grande, supervisado por Pedro de Ribera. Este nuevo edificio se realizó entre los años 1721 y 1726.

Destaca la fachada barroca de estilo churrigueresco, considerada como una de las más importantes del barroco madrileño y orientada a la calle Fuencarral, de grandes dimensiones y numerosos detalles arquitectónicos.

En 1919 fue declarado Monumento Histórico Artístico. Ya en 1922 dejó de ser utilizado como hospicio. El edificio se quedó entonces en ruinas, pero fue de nuevo utilizado para realizar la "Exposición del Antiguo Madrid". Se produjo entonces una remodelación del edificio, convirtiéndose en Museo Municipal. Desde 2007, cumple las funciones de Museo de la Historia.

La Mariblanca
Para finalizar este recorrido por las calles de la capital, nos dirigimos al pleno centro de Madrid y de España, la puerta del Sol. Allí, cada día pasean miles de madrileños con prisas, que hacen sus compras y quedan para tomar algo. Por ello, puede que pocos se hayan parado a fijarse en la Mariblanca. No siempre ha ocupada su ubicación actual, y tiene una gran historia detrás.

Al principio, la Mariblanca fue colocada en 1625 en la Fuente de la Fe esta estatua comprada por un mercader. Su origen y lo que representa es desconocido hasta la fecha. Algunos dicen que se trata de Diana. Otros, de una alegoría de la diosa Venus. El caso es que finalmente el nombre elegido fue la Mariblanca, debido a su color.

La fuente donde estaba levantada la estatua fue demolida, poniendo en pie otra levantada por Pedro de Ribera, conservando la Mariblanca. Se desplaza entonces esta obra a la Plaza de las Descalzas Reales, junto a otra fuente más modesta. Tras pasar un tiempo en los almacenes de la Villa, se colocó en el Retiro.

La Mariblanca
Ya en 1969 fue situada en el Paseo de Recoletos hasta 1984, cuando se le seccionó varios trozos consecuencia de actos vandálicos. Restaurada, fue guardada de nuevo, esta vez en el Museo de Historia (Real Hospicio del Ave María y San Fernando). Actualmente, la estatua cuenta con dos copias: la que podemos contemplar en la Puerta del Sol y la de la Casa de la Villa.

Ha pasado mucho tiempo, cuatro siglos para ser más precisos, desde que Pedro de Ribera levantara numerosas edificaciones a lo largo de la capital que hoy día todavía podemos seguir viendo y admirando.


Dicen que no hay peor muerte que el olvido. Por ello, Ribera nos dejó antes de su fallecimiento en 1742 numerosas pinceladas de su trabajo, para que todavía hoy podamos seguir recordando su estilo inconfundible cada vez que vayamos andando por Madrid. 









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