Primero por Felipe IV,
debido a la expulsión de los monjes benedictinos, expulsados tras el
levantamiento en Cataluña contra la corona. Tras su fallecimiento un año antes
de que la iglesia comenzara a construirse, fue Carlos II quién los supervisó.
Antes de que Ribera se
hiciera cargo del proyecto, fue solicitado a otros arquitectos. Pero en 1716 se
hace responsable de terminar la iglesia. El madrileño respetó la fachada
original, modificando una de las puertas y los ventanales, pudiendo ver
diferentes estilos en la iglesia.
Tras ser utilizada para diversos usos, como una cárcel de mujeres, actualmente recoge algunas obras destacables como la imagen de la Virgen de Montserrat, situada en el altar.
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